jueves, 24 de septiembre de 2009

La tercera raíz

Todo comenzó con un leve dolor, que incluso se volvió rutina: me estaba, de nuevo, saliendo la muela del juicio. Ya había sentido ese dolorcillo antes, y en realidad nunca le había prestado mucha atención. Sin embargo, esta vez fue distinto.

El dolor no cesó, sino que cada vez fue mayor, y la inflamación también aumentaba. Pero aún así no estaba dispuesta a ir al dentista. De sólo recordar el estéril olor a consultorio y los instrumentos odontológicos dignos de una condena inquisitorial medieval, podía sentir que mi estómago se revolvía y mi ánimo se iba al inframundo. Pero no aguanté más y tuve que ceder. Mi libertad se vio limitada por la circunstancia: ya no podía elegir, debía ir al dentista.

La operación fue el acto más espantoso que he vivido. Nunca antes mi corporeidad había sido manipulada por manos extrañas que, con pericia eso sí, maniobraban dentro de mí introduciendo objetos extraños y agresivos. Me habían cubierto por completo, dejando sólo un hueco en mi boca, por lo que lo único que podía ver era la luz que se traslucía a través de la tela azul cielo. Tenía que imaginarme qué estaba sucediendo a mi alrededor, y aunque intenté pensar en cosas bonitas, era imposible apartarme de mi entorno. Fue la hora y media más sufriente de mi vida.

La muela tenía tres raíces, cuando generalmente tienen una, o máximo dos. El cirujano tuvo que cortarme una parte del hueso para sacar la tercera raíz que se había aferrado a la carne. La tercera raíz puede ser tres cosas: a) un accidente de la naturaleza, b) una mutación evolutiva, o c) peor aún, como la muela del juicio es una reminicencia de los seres humanos primitivos que tenían el hueso maxilar más grande, mi tercera raíz es un síntoma de la involución. ¿Seré el eslabón perdido que en el futuro hablará del proceso por el que el ser humano devino de nuevo en mono? ¿Mi muela de tres raíces estará algún día exhibida en algún prestigioso museo de historia natural? ¿Seré rechazada por las generaciones venideras? o mejor aún ¿Seré venerada en alguna religión del futuro?…

Las probabilidades de que algo así pase son pocas, pero es divertido pensar que mis deformaciones me hacen ver, una vez más, que la normalidad y los cánones establecidos no son pa’ mi.

lunes, 14 de septiembre de 2009

La holgazana

Suponiendo que nada pasa a mi alrededor, paso el tiempo reconociendo constantemente el sabor dulzón del rosa algodón de azúcar. He podido disfrutar que  se pegue a mi paladar y se desvanezca dejando su rastro de caramelo de aire. Me atrevo a no pensar, a simplemente emocionarme con los acordes del pandero mezclados con el pianito y sólo puedo sonreir.

Me he sentido muy contenta ultimamente. Sin pensar tanto en el calentamiento global y gozando de la tranquilidad que da el hecho de saberme en una situación privilegiada que, además, está segura para rato, me voy acostumbrando al olor a frutas de mi crema corporal. Despertar tarde, rascarme la cabeza y ver mi rostro frente al espejo mientras pienso que tengo el día entero para dedicármelo a mí si ninguna presión, me ha hecho disfrutar eso que algún día critiqué como lo peor que puede hacer alguien: holgazanear. Pero recordando el libro El filo de la navaja de Somerset Maugham, la “holgazanería” es la mejor excusa para desenfadarse de lo que los demás juzgan como lo correcto. En lo que muchos pueden ver holgazanería, yo veo desarrollo intelectual jje!

Yo sé que cuando mis vecinas chismosas preguntan “¿ya acabaste la escuela?” y yo digo que si, ellas piensan que soy una holgazana por no salir a trabajar a las seis de la mañana con mis zapatillas y mi lonchera bajo el brazo. Me preguntan, debido a su extrañeza “¿y a qué te dedicas?” “Trabajo,” contesto. 

Pues siiiii. No ejerzo una actividad “productiva” en el sentido comercial, pero me la paso trabajando en mi casa, leyendo y esas cosas. O sea, holgazaneando, como diría Maugham. Bueno, pues me encanta que tengo todo el tiempo para, simplemente, ser y eso me hace feliz.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Remember Agosto, maíz y cavilación new age: me estoy volviendo onironauta.

1.-

Me sorprende el hecho de que en los últimos días los puestos de elotes han crecido exponencialmente. No sé si adjudicar tal boom esquitero a la crisis o simplemente a la temporada, pero sin duda el maíz debe salvar a muchas familias del hambre, y da para comprar tortillas y poder “echarse un taquito.” Por lo pronto, al bajarme del pesero y caminar rumbo a mi casa –no más de diez minutos- he podido contar cinco puestos de elotes que venden  diversas y deliciosas variedades: esquites con patitas, esquites sin patitas, elotes con mayonesa y elotes al carbón (éstos, según yo, son los mejores).

Pues tal presencia del maíz me hace recordad la leyenda maya de los “hombres de maíz” que dice que los seres humanos fueron creados  de la siguiente manera:

He aquí, pues, el principio de cuando se dispuso hacer al hombre, y cuando se buscó lo que debía entrar en la carne del hombre.

Y dijeron los Progenitores, los Creadores y Formadores, que se llaman Tepeu y Gucumatz: "Ha llegado el tiempo del amanecer, de que se termine la obra y que aparezcan los que nos han de sustentar y nutrir, los hijos esclarecidos, los vasallos civilizados; que aparezca el hombre, la humanidad, sobre la superficie de la tierra." Así dijeron.

Se juntaron, llegaron y celebraron consejo en la oscuridad y en la noche; luego buscaron y discutieron, y aquí reflexionaron y pensaron. De esta manera salieron a luz claramente sus decisiones y encontraron y descubrieron lo que debía entrar la carne del hombre.

Poco faltaba para que el sol, la luna y las estrellas aparecieran sobre los Creadores y Formadores.

De Paxil, de Cayalá, así llamados, vinieron las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas.

Estos son los nombres de los animales que trajeron la comida: Yac Yac [el gato de monte] Utiú [el coyote], Quel [una cotorra vulgarmente llamada chocoyo] y Hoh [el cuervo]. Estos cuatro animales les dieron la noticia de las mazorcas amarillas y las mazorcas blancas, les dijeron que fueran a Paxil y les enseñaron el camino de Paxil.

Y así encontraron la comida y ésta fue la que entró en la carne del hombre creado, del hombre formado; ésta fue su sangre, de ésta se hizo, la sangre del hombre. Así entró el maíz [en la formación del hombre] por obra de los Progenitores.*

Seguramente algo de maíz tengo en mi sangre, ya que después de años y años de comer tortillas, pozole y palomitas, un poco de esa materia debo llevar en las venas. Es un bonito mito, que habla más bien de la importancia de ese cultivo para un pueblo agrícola muy distente, cuyas nociones de la realidad están totalmente alejadas de nuestras vivencias cotidianas. Como ahora la mayoría de nuestros alimentos llegan a nuestras manos sin ningún contacto con el proceso de producción, la valoración de lo que alimenta nuestros cuerpos es nula. Por eso de ahora en adelante le agradeceré a mi guisado que me esté dando vida jojo..

Seguiré, por lo pronto, “pensando en comenzar a planear mi proyecto” para cultivar mis propios alimentos. Oh si, ya puedo verme con mi overol y mi sombrero de mimbre cultivando chayotes y pepinos.

2.-

Cómo sea, no sé si soy de maíz, de polvo, de una costilla o de barro, pero sí sé que mi materia blanda no es más que un soporte efímero, cuya tangible presencia es limitada al hallar un freno constante en las leyes físicas de la “realidad.” Pero me gusta creer que puedo aprender a controlar el mundo onírico. Al parecer tengo una habilidad para actuar en mis sueños con consciencia de que estoy soñando; por lo pronto voy a practicar el reconocimiento de señales que me hagan saber en donde estoy: si tengo más de diez dedos en las manos, me da por volar, puedo respirar debajo del agua o puedo verme a mí misma, seguramente estoy soñando, y es entonces que comienza la diversión…

Está bien el mundo real (siempre y cuando no piense en los encabezados de los periódicos), pero el mundo de los sueños no tiene límites, además de que las reglas espacio-tiempo no existen. Por ello no hay causas ni consecuencias y no existe el paso lineal del tiempo, por lo que no hay pasado presente ni futuro; aunque sí existe algo parecido a la memoria, ya que en cada sueño se vive una identidad, que puede ser la misma de la vida “real” o cualquier otra.

Ejercitar estas habilidades es algo que me emociona harto, porque puedo vivir experiencias alucinantes (sin drogas) y recordarlas. Eso es precisamente a lo que aspiro. La culpa de todo la tiene una película: Waking life. Si si, me clavé… es que es muy buena…

3.-

Ha salido el cerdo capitalista de mis entrañas. Yo que decía que nada de cosas superfluas que fomentasen el consumo irracional y el deterioro de los recursos naturales, ya ando pensando en zapatitos y cremas perfumadas. Ahora mismo huelo a una deliciosa esencia de cítricos y quiero unas botitas cafés para usar con mis nuevos jeans. Lo bueno es que todavía no me entusiasma más una chamarra nueva que un libro. Deberé poner atención y frenarme antes de que empiece a tomar Coca-Cola.

 

*Popol Vuh, tercera parte, capítulo 1.