viernes, 28 de agosto de 2009

Visita guiada a Cuicuilco.

Cuicuilco es un parque ecoarqueológico, ubicado justo en medio de la caótica Ciudad de México. Su atractivo principal y más notorio es el gran basamento circular que puede observarse en todo su esplendor desde el Periférico, a la altura de Insurgentes. Al adentrarnos en este lugar podemos acceder a un espacio que parece alejarse del acelerado ritmo urbano, ya que la zona resalta por su inusual color verde dentro del grisáceo paisaje actual  del sur del D.F. Sus construcciones prehispánicas datan del periodo que se ha denominado como preclásico, o sea que estamos frente a uno de los sitios de mayor antigüedad en Mesoamérica; sin embargo, la riqueza arquitectónica ha logrado conservarse gracias a fenómenos naturales que hacen de estas piedras un monumento histórico, pero también geológico. Como sea, visitar este lugar es un alivio a la convulsiva vida chilanga, que a veces nos lleva a olvidarnos de que contamos con vestigios de nuestro pasado dignos de conocerse y disfrutarse.

Desde el Periférico puede observarse el parque, haciendo que el paisaje que comúnmente está atascado de anuncios publicitarios, grandes edificios de tonos grisáceos y automóviles varados, cambie y nos permita observar un espacio lleno de vegetación, que además nos recuerda la riqueza histórica y cultural de la que formamos parte. Detenernos un minuto a pensar en cómo lo que observamos a nuestro alrededor conforma nuestro propio ser, podría llevarnos a reflexionar sobre cómo la identidad misma tiene su base en nuestro entorno. El paisaje, que en la vida urbana está plagado de basura visual, forma parte de nuestra concepción del espacio y de sus símbolos. Por ello lugares como Cuicuilco significan un referente de una identidad milenaria que se encuentra siempre allí, incólume ante el tiempo y las profundas transformaciones que ha sufrido nuestra sufrida ciudad y sus sufrientes habitantes.

Periférico Sur.

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Basamento circular de Cuicuilco, desde el puente peatonal de Periférico.

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El acceso al sitio se encuentra sobre la Avenida Insurgentes, la más grande arteria de la Ciudad. Desde la entrada se dibuja un camino cuya dirección apunta directamente hacia la gran plataforma.100_3729

Es claro cómo al ser ésta la construcción más grande, los demás lugares que conforman el parque quedan en segundo término, pero son dignos de observarse muchos más detalles. Cuicuilco significa “lugar de colores y cantos” y su poblamiento comenzó aproximadamente por el 800 A.C. o sea que se trata de un lugar que fue habitado desde hace unos 2800 años! Las construcciones que se conservan hasta la actualidad son obviamente posteriores, ya que el establecimiento y desarrollo de centros poblacionales requiere mucho tiempo y trabajo, así como un desarrollo de conocimientos complejos, tanto arquitectónicos, como astronómicos y de lo que ahora llamaríamos “científicos.” No debemos olvidar que esos conocimientos estaban totalmente inmersos en las creencias religiosas de la época, por lo que los saberes, la política, la economía, la cultura, y todo lo que nosotros en la actualidad consideramos como cosas separadas, estaban impregnadas de una religiosidad omnipresente. Lo que ahora consideramos una zona arqueológica, hace 2100 años era un centro cívico ceremonial, es decir, que en él se exhibía el poder político y también se ejercía el culto.

La ubicación de este lugar facilitó el desarrollo de una civilización compleja, ya que contaban con abundantes recursos naturales. Los habitantes de Cuicuilco gozaron de la cercanía con el lago de Xochimilco, a unos 4 kilómetros de distancia, además de que contaban con manantiales y cuerpos de agua. Gracias a la abundancia de este vital líquido, los cuicuilcas pudieron dedicarse a la agricultura, además de la caza, pesca y recolección.

Aproximadamente en el año 400 D.C. ocurrió un fenómeno natural que modificó por completo tanto el paisaje como la vida social de sus habitantes: la erupción del volcán Xitle. Se cree que en aquel entonces el lugar contaba con unos 20,000 habitantes, número comparable con el de Teotihuacán en la misma época. Cuicuilco quedó cubierto por una capa de lava y cenizas volcánicas, tanto en su centro cívico ceremonial como en sus alrededores, que en total cubrían una distancia de unas 40 hectáreas. Esta explosión provocó un despoblamiento temporal del lugar, y se cree que muchos de sus habitantes migraron hacia Teotihuacán. Posteriormente, la piedra volcánica dio lugar a un nuevo terreno que se puede apreciar actualmente en la zona de San Ángel, Coyoacán y el Pedregal.

Ejemplos de piedra volcánica. Es notable cómo crece la vegetación encima de ella.

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En el museo de sitio pueden observarse distintos objetos encontrados en la zona. Hay desde joyas y adornos, hasta utensilios y herramientas de piedra, jade, obsidiana, pedernal y hueso. Hay también varias figurillas que resultan muy curiosas por sus formas y por su tamaño.100_3750

Estas, por ejemplo, dejan ver las ropas y adornos utilizados por los atiguos cuicuilcas. Es curioso que el sexo esta cuidadosamente elaborado. Si se ve con atención se distingue al varón y la mujer.

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En la zona se han encontrado restos funerarios. Se sabe que puede tratarse de personajes de un rango social elevado, que fueron enterrados cerca del centro ceremonial. La gente común era enterrada en los patios o incluso debajo de las chozas, con ofrendas y objetos de uso personal, así como alimentos para facilitar su tránsito a otra vida.

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En la parte posterior del sitio, se encontró una pequeña construcción que es poco visitada. Se le denominó “Estructura E 1,” y fue hallada en 1967 al mismo tiempo que se descubría un entierro que contenía un esqueleto, un collar de piedra verde y diversos utensilios de creámica. Si bien esta construcción es poco conocida, no deja de ser interesante, ya que a diferencia del gran basamento, ésta tiene una forma rectangular.

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Me llamó mucho la atención que justo frente a esta pequeña pirámide, hay una especie de ofrenda en la que seguramente se han llevado a cabo ritos recientemente. Es curioso cómo la religión prehispánica sigue ofreciendo elementos para un culto en la actualidad. Más aún con la ola de religiones New Age que toman retazos de todo lo místico y mágico de diversas creencias.

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Ahora sí, hablemos de la construcción estrella de este sitio. Se trata de un basamento circular de grandes dimensiones, que fue realizado por etapas, al igual que otras pirámides prehispánicas como el Templo Mayor. Es notorio como su construcción se hizo mediante la colocación de piedras superpuestas, con dos rampas para facilitar el ascenso, que además se encuentran alineadas con lo equinoccios. Se cree que para la realización de rituales, se permitía el acceso a un gran número de personas, lo que era poco usual en otras culturas de la época prehispánica.

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Aún en la actualidad, un gran número de personas suelen visitar la zona arqueológica en los equinoccios para “cargarse de energía.” Lo mismo sucede en muchos otros sitios del país, como Chichén Itzá o Teotihuacan. La vista desde la parte alta del basamento está bien chida. Se puede ver cómo avanzan los autos en el Periférico, y parece como si el tiempo se detuviera mientras se observa como la vida cotidiana de un montón de gente desesperada por ganar minutos sigue su vertiginoso ritmo. Yo disfruté mucho tomando el Sol y viendo el paisaje, mientras pasaban lo autos y yo me imaginaba que estaba viendo un irrefrenable espectáculo del absurdo. Por supuesto no pude evitar imaginar que recargaba la pila que llevo en la espalda.

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Pd. Me caga que siempre aparezca la fecha en mi camarita. Por supuesto que la fecha no es 1 de enero del 2005, pero como en la pantallita no se ve, no me doy cuenta hasta que las veo en la compu shit!!

miércoles, 26 de agosto de 2009

De heces y ternura

No es recurrente en mí la sensación de asco, y por el contrario, suelo ver al “asco” como una actitud bastante ridícula que más bien se actúa como una expresión de rechazo hacia ciertas cosas que, se supone, son naturalmente desagradables. Por ejemplo, es natural el rechazo hacia la caca, y su olor y consistencia es, por supuesto, algo de lo que muy pocos quieren saber. Pero de ahí a la actuación de asco hacia ciertos olores leves de putrefacción, hacia una imagen fea como por ejemplo de una vomitada, o más aún hacia una conversación sobre cadáveres o gusanos, creo que no tiene mucho de “real.”

Pienso que tiene que ver más bien con la censura y con los modales. Se supone que la gente no hable de esas cosas, porque son temas que incomodan y por ello están censurados. Entonces la forma que se ha instituido para mantener estos temas fuera de nuestras conversaciones habituales, es el rechazo constante y explícito hacia todo lo que tiene que ver con excrecencias, hedores y tufos. O sea que según yo esa censura cumple con la función de olvidarnos, al menos mientras estamos conviviendo con las demás personas, de ciertos procesos naturales y orgánicos (como echarse un pedo) que probablemente impedirían el trato cordial y pacífico en este mundo en que las apariencias se guardan con gran recelo.

Bueno, pues esta opinión irrelevante y subjetiva viene a mi mente porque en los últimos días me he enfrentado a la caca constantemente. No hablo precisamente de la que me espera cada mañana en el baño, sino de la que aparece cada hora en mi sala y en mi cocina. Tengo una cachorrita que al parecer tiene la urgencia de cagar como cinco veces al día, y que sufre de diarrea crónica. Ya me ha dado muchas desagradables sorpresas porque al parecer se empeña en embarrar su caca y pintar de café mi piso blanco.

Ayer, vestí elegante porque iba a recibir un premio por logros destacados en el campo de la excelencia, y yo ya estaba lista para salir (tarde) de mi casa, hasta con zapatitos y perfume (lo que es muy poco común para mi, tan desaliñana mujer). Pues estaba desayunando un plato de cereal lo más rápido posible cuando frente a mis ojos la perrita se puso en su posición de cagar. Yo rápidamente la agarré para sacarla, y cuando la puse en el piso afuera de mi puerta ella simplemente se metió de  nuevo a mi casa. Pensé que no tenía ganas, y que había interpretado mal su posición, hasta que…

Luego de unos segundos sentí mojado mi pantalón. Nooooo!!! Maldita sea. No tenía tiempo para pensar qué diablos podía ponerme. Sólo tengo un pantalón negroooo!!! Entonces sólo se me ocurrió limpiarlo con un jabon olor a coco, lo que resultó contraproducente a juzgar por el olor. Pero no tenía ya tiempo de ponerme otra cosa, así que tuve que ir al solemne evento así, y recibir con olor a mierda mi premio otorgado por un sacerdote y por TELMEX. Suena a metáfora, pero es real.

Por favor, ya que alguien adopte a mi adorable adorable y tierna perrita.

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Por favor adóptenme porque mi caca apesta!!!

miércoles, 19 de agosto de 2009

Cumpleaños feliiiz!!!

Proximamente será mi cumpleaños, y como siempre, me rehuso a hacer alharaca por ello. Creo que conmemorar las fechas es importante, y de hecho, por mi profesión me la paso pensando en las fechas y efemérides. Por ejemplo, hoy sentí mucha emoción al visitar el Archivo General de la Nación y ver que una placa enorme de su remodelación se había develado justo un 19 de Agosto. Creí que en cualquier momento sonaría la musiquita de la dimensión desconocida y no pude dejar de esbozar una sonrisa por estar leyéndola justo en ese momento.

Sin embargo, mi cumpleaños en realidad nunca ha sido una fecha “conmemorable,” y ahora pienso que difícilmente podría recordar qué hice los veintiunos de agosto anteriores. Suelo simplemente dejarlo pasar como un día normal, y eso difícilmente cambiará esta vez. Como soy tan antipática seguramente será, igual que cada año, un día más del calendario.

Además cumplir 24 años no tiene mucho de especial. Digo, tal vez cuando cumpla 25 pensaré en que llegué al cuarto de siglo, a los cinco lustros o a las dos décadas y media; pero los 24? Caray! Como podría celebrar que he vivido la 4.16666666667 parte de un siglo?

Tal vez de haberme llamado como lo indicaba el santoral tendría, por lo menos, dos cosas que celebrar: mi cumpleaños y la ocurrencia de mis padres de haberme puesto Pía. Habría sido divertido sentirme medio en la santidad por portar tan celestial nombre. Pero no, me llamo Karla, nací el 21 de Agosto de 1985 (año irrelevante de no ser por el terremoto, mal augurio), soy signo Leo y mi Planeta según las energías astrocósmicas es el SOL. Mi profesión podría ser la de reina o quiropráctica y mi piedra preciosa es el ORO.

Pero, no puedo ni mirar hacia el Sol sin sentir un terrible dolor, hasta ahora no poseo nada de oro porque simplemente ni se me ocurre tal cosa, mis ambiciones monárquicas son nulas y dudo aparecer algún día en la revista Hola! Además no sé bien ni qué diablos hace un quiropráctico (según yo te avienta a un bote de basura para arreglarte la espalda).

Como sea, me gustan los cumpleaños, claro, pero no puedo dejar de pensar que se trata de un número más que sirve sólo para tener una referencia temporal de nuestro paso por este mundo, además de que me recuerda que se acorta cada vez la distancia de mi encuentro con la muerte. Pero ya, siendo menos “obscura,” sólo espero comer mucho pastel. Eso es lo que hace buenos los cumpleaños: el exceso de azúcar.

domingo, 16 de agosto de 2009

De perros y codependencia.

Además de dedicar mi tiempo a perfeccionar el arte de rascarme el ombligo, sacarme la mugre de las uñas y probar diversos tipos de peinados extravagantes (los cuales no usaría públicamente ni siquiera en estado de demencia), soy una excelente cuidadora de mis perros. Los saco a pasear, los peino, los baño y les doy de comer porquerías; además como últimamente me la paso en mi casa, mis mascotas “oficiales” Blondie y Muffin son mi única compañía -digo oficiales porque además tengo dos gatos, Menoccio y Asraela, a los que alimento y cuido aunque no viven dentro de mi casa-.

Pues hace un mes tuvieron una perrita. Cual quinceañera rebelde, Blondie nos sorprendió con su domingo siete, ya que por más que intentamos mantenerla alejada del semental de la casa, nos fue imposible detener su ímpetu pecaminoso y fornicador. Como sea, este post son sólo fotos de mis perros y de su cachorra, que ya ha tenido varios nombres: Burundanga, Billie Jean (juro que hacía el moonwalk), Chaucha y Gala (al parecer éste será el definitivo, por lo menos mientras se quede en mi casa).

Esta es Blondie posando cuando yo me sentía fotógrafa. Trae un corte de pelo ñoño que no tiene nada que ver con su verdadera personalidad.

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Aquí, por ejemplo, hay mayor veracidad en la imagen, ya que como se ve, es bastante desaliñada y está a punto de vomitar.

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Aquí está esperando a que su pelota se mueva por sí sola. Puede pasar horas así, sólo mirándola. Probablemente ejercita sus habilidades telequinéticas.

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Este es el macho, Muffin, cuyo nombre empalagoso refiere muy acertadamente su personalidad dulzona. Creí que podría ser homosexual cuando lo ví montar a otro macho, pero creo que más bien es open mind.

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Aquí está Muffin con espíritu patriota. El sí cree todavía en los Niños Héroes, es que es medio ingenuo.

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Compartiendo el sillón. Nótese el extraordinario parecido de Muffin con Harry, el de los Henderson, con Snarf y alushe.

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Blondie provocadora y…

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he aquí el resultado.

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Mordiéndome el dedo.

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Mientras le encuentro casa, voy a disfrutar de sus estupideces wiiiiiiii

Alguien se apunta para la adopción?

Gala & Blondy

miércoles, 12 de agosto de 2009

De sororidad y antónimos.

Fue a través de la boca de una compañera feminista, psicóloga, antropóloga y bisexual, que escuche la palabra “sororidad.” Ni siquiera me la había dicho a mí, y yo creí entender “sonoridad.” Obviamente no sabía de lo que ella estaba hablando, y si en ese momento yo mencionaba algo sobre decibeles habría sido bastante embarazoso, pero como tengo una extraña habilidad para fingir cuando no tengo idea de lo que escucho, simplemente asentí con la cabeza y cambié de tema.

En fin, la palabrita viene de la raíz latina soro, que significa “hermana,” y a grandes rasgos define los fuertes lazos de hermandad que se tejen entre las mujeres. Probablemente un hombre difícilmente entienda acerca de esto, no por una incapacidad o algo por el estilo, sino porque entre nosotras se suele hacer explícito un gran cariño  siempre que se crea ese importante lazo, que va más allá de la “solidaridad.”

Creo que la diferencia entre los lazos que se tejen entre hombres, y los que creamos las mujeres puede estar en que a ellos se les suele enseñar desde pequeños el valor de la competencia y de la “fuerza” entendida como la demostración de superioridad ante los demás. Es así como me explico que los hombres estén constantemente compitiendo entre sí de forma explícita. Compiten para ver quien tiene el reloj más grande, la novia más chida, el mejor auto o el mejor equipo de panbol (por poner ejemplos burdos, aunque se podrían dar otros más complejos).

Sin embargo, entre nosotras los conflictos también existen, pero suelen hacerse de una forma más sutil. Como nos enseñan a ser siempre amables y mostrar la buena cara que es el sinónimo de la belleza, las luchas entre nosotras se expresan de manera distinta y un tanto más velada. Tal vez por ello cuando estallan los problemas, suelen hacerse ya sea de forma escandalosa, o mediante actitudes que tienen el objetivo de lastimar los sentimientos. En eso sí que podemos ser canijas las mujeres…

Pues esto me lleva a recordar cómo este tipo de prácticas se van aprendiendo desde la niñez. Como yo tengo un amplio repertorio de conflictos con mis amiguitas, recuerdo que la mejor estrategia para hacer sentir mal a la “enemiga” era, en principio, la famosa “ley del hielo.” Ya después los chismes y los insultos indirectos podían acabar por aplastar el autoestima de cualquiera.

Como sea, tenía la extraña idea de que esa era una práctica de niñas, porque según yo las mujeres adultas solíamos resolver los conflictos de una manera más madura. Pero resulta que no, que esa conducta se encuentra arraigada y la sororidad requiere de  algo más que la simple convivencia y la naturaleza femenina para existir. Falta tal vez dar un salto, y mirarnos entre mujeres como cómplices y guías, como discípulas de nosotras mismas y constructoras de experiencias verdaderamente horizontales.

Por eso no sé si preferiría que, al igual que los hombres, simplemente nos rompieramos la madre y dejaramos de andarnos por las ramas…

mmm, no lo creo.

viernes, 7 de agosto de 2009

Mujer que sabe latín, no tiene marido ni llega a buen fin.

A manera de minihomenaje, visité el día de hoy la imponente librería Rosario Castellanos. Desde que me acerqué a los textos de ella, tan extraordinaria mujer, me fascinó. La sensibilidad y la inteligencia fueron dos componentes característicos de sus escritos, que igual surgieron en forma de poesía, novela, ensayo y hasta teatro. Aunque se ha considerado que las obras  más importantes son las novelas Balún Canán y Oficio de tinieblas y los cuentos reunidos en Ciudad Real, sus otros textos son igualmente exquisitos.

Personalmente me gusta mucho su ensayo Mujer que sabe latín, en el que expresa sus ideas sobre la situación de la mujer, y hace un análisis literario de varias escritoras contemporáneas. Precisamente hoy fui a esta libreria (que, deben saber, es la más grande de latinoamérica, según cuentan por ahí…) buscando este libro, que un día “presté” y no me devolvieron. Lo que pasa es que tengo una especie de debilidad ante estas cosas, y hasta me entusiasma harto que alguien me pida prestado un libro, aunque sé que no volverá a mis manos.

Desafortunadamente no lo han reeditado, pero compré una preciosa edición de Balún Canán y Oficio de tinieblas. No podía dejar de conmemorar de alguna forma el aniversario luctuoso de una mujer que, sin saberlo, ha cambiado mi vida.

Lo malo de hoy: me olvidé de voltear hacia el techo de la librería. Eso es imperdonable.

Por último transcribo un fragmento que me encanta de Mujer que sabe latín. No conseguí el libro, pero está en google libros wiiiiii. Si quieren ver más, píquen aquí.

“… la mujer a lo largo de los siglos, ha sido elevada al altar de las deidades y ha aspirado el incienso de los devotos. Cuando no se la encierra en el gineceo, en el harén para compartir con sus semejantes el yugo de la esclavitud; cuando no se la confina en el patio de las impuras; cuando no se la marca con el sello de las prostitutas; cuando no se la doblega con el fardo de la servidumbre; cuando no se la expulsa de la congregación religiosa, del ágora política, del aula universitaria.

Esta ambivalencia de las actitudes masculinas no es más que superficial y aparente. Si la examinamos bien, hallaremos una indivisible y constante unidad de propósitos, que se manifiesta enmascarada de tan múltiples maneras.

Supongamos, por ejemplo, que se exalta a la mujer por su belleza. No olvidemos entonces, que la belleza es un ideal que compone y que impone el hombre y que, por extraña coincidencia, corresponde a una serie de requisitos que, al satisfacerse, convierten a la mujer que los encarna en una inválida, si es que no queremos exagerar declarando, de un  modo mucho más aproximado a la verdad, que en una cosa.

Son feos, se declara, los pies grandes y vigorosos. Pero sirven para caminar, para mantenerse en posición erecta. En un hombre los pies grandes y vigorosos son más que admisibles: son obligatorios. Pero ¿en una mujer? Hasta nuestros más cursis trovadores locales se rinden ante el “pie chiquitito como un alfiletero.” Con ese pie (que para que no adquiera su volumen normal se vendaba en la China de los mandarines y no se sometía a ningún tipo de ejercicio en el resto del mundo civilizado) no se va a ninguna parte, que es de lo que se trataba, evidentemente.

La mujer bella se extiende en un sofá, exhibiendo uno de los atributos de su belleza, los pequeños pies, a la admiración masculina, exponiéndolos a su deseo. Están calzados por un zapato que algún fulminante dictador de la moda ha decretado como una expresión de la elegancia y que posee todas las características con las que se define a un instrumento de tortura. En su parte más ancha aprieta hasta la estrangulación; en su extremo delantero termina en una punta inverosímil a la que los dedos tienen que someterse; el talón se prolonga merced a un agudo estilete que no proporciona la base de sustentación suficiente para el cuerpo, que hace precario el equilibrio, fácil la caída, imposible la caminata…”

Yo siempre he pensado que ese es precisamente el objetivo de ese tipo de calzado. Las mujeres se vuelven simbólicamente dependientes, se ven débiles y torpes… Además, el movimiento de caderas y nalgas, necesario para mantener el equilibrio, fomenta la visión de la mujer-objeto. Cómo sea, puede tener muchos significados.

Por mi parte, prefiero los tenis, poque como aún soy joven, no me veo ridícula. Seguro algún día usaré tacones de tortura, pero por el momento me quedo con estas ideas. Si se piensan bien, tienen mucha razón no?

jueves, 6 de agosto de 2009

Son cavilaciones en espiral, de esas que no tienen sentido, y por lo tanto, pueden significar muchas cosas.

Harta de revisar mi mail cada dos segundos, sumida en aquella sensación de hormigueo en las entrañas y ávida de respuestas, me la paso esperando que mis estúpidas cortinas moradas se alarguen un poco y me impidan mirar por la ventana.

Si. He andado medio “oscura” últimamente, recordando aquella frase que leí en Werther “¿Estará escrito en el destino del hombre que sólo pueda ser feliz antes de tener razón, o después de haberla perdido?” Pobre hombre aquél, sumido en la desazón de vivir en un mundo de incertidumbre. ¿Estoy hablando de Werther, o de Goethe? Ya no sé, seguramente de ambos…

Bueno, por lo demás me siento contenta. Me gustaría explicar el hervidero de sensaciones que me atraviesan y poder hacerlo de una forma bella, algo así como poético, o de perdida literario. Ya incluso ensayístico, pero no puedo evitar poner una cita al pie de página. ¿Que lo que escribo son puras cosas incomprensibles? Eso ya lo sé, pero mi mente me juega unas malas pasadas a veces, y mis dedos le hacen el juego golpeando estas teclas a velocidad luz (jejee).

Si la soledad es buena cosa, le da a uno la posibilidad de pensar incoherencias, y si es necesario, gritarlas a los cuatro vientos. No existen las reglas de convivencia, no hay sorpresas, no hay que esforzarse por agradarle a nadie. Por mi parte la soledad se ha vuelto una gran aliada, la disfruto bastante y me lleva a imaginar que no necesito nada… Aunque empezar a hablar con las plantas quizá sea una mala señal… Menos mal que no he llegado a ese punto.

Por lo pronto extenderé las alas que casi se atrofiaban…

lunes, 3 de agosto de 2009

Claroscuro remember

Algún día escuché la teoría de los colores y la luz, no recuerdo dónde fue (probablemente en la tele). Según entendí nuestros ojos captan la luz, por lo que los colores no son más que la luz que es rechazada por la materia. Por ejemplo, las cosas negras absorben toda la gama de colores, es decir la luz. Por eso al usar una playera negra se siente mucho calor, ya que lo negro absorbe la luz que rodea el ambiente de un día soleado. El color blanco, por el contrario, la rechaza, y por eso no se calienta… Se trata de una teoría científica, que pretende explicar un fenómeno cotidiano, que incluso  por serlo pasa desapercibido. Yo no sé si entiendo bien de qué se trata, porque sólo tengo una impresión final de esa explicación compleja, ya que mi corto entendimiento en estas cuestiones me lleva a simplificar las cosas al extremo.

Sin embargo, ese tipo de cosas siempre llaman mi atención, porque pueden llevarme a imaginar cosas extrañas, como que la luz que observamos puede ser un hecho totalmente subjetivo, en el que los colores que aprendimos a llamar de cierta forma, son diferentes ante los ojos de quien los mira. Me explico: suelo pensar que mientras yo veo el color de la piel, por ejemplo, como cafecillo, rosita, blanquito, etc; otra persona puede estar viendo una gama de verdes, y si yo me pusiera sus ojos vería las cosas muy extrañas.

No sé si esto tiene mucho sentido, pero se trata de la idea de que cada cabeza es un mundo, y podría ser que incluso las percepciones más básicas también son subjetivas.

El mundo es a colores, y solemos creer que todo lo que observamos es igual para todos, en el hecho más simple, como son los colores. Pero, ¿qué tal que  mientras yo veo mi chamarra “azul” mi vecino la ve rosa, pero el aprendió a llamar lo que yo veo “rosa” como “azul”? Entonces se trataría, en el plano más básico, de una subjetividad al extremo, ya que se trata del campo de las percepciones, que supuestamente son las que nos dan alguna certeza de lo que nos rodea.

Pero…

Dudar hasta de las cosas que miro me puede quitar el piso en el que esoy apoyada. Si de repente no confío ni en mis propios sentidos ¿cómo diablos podría existir? No tengo La certeza, pero por lo menos me puedo construir una…

¿Cuál será?

En esas ando.