viernes, 27 de febrero de 2009

La huelga del 99

Hace algunos años leí el libro de "La contracultura en México" de José Agustín, y justo hoy estaba pensando en que me gustaría saber qué sería lo que contendría una revisión y ampliación de ese texto. Luego, Oscar me dijo que ese señor ya no podría decir mucho al respecto, porque por su edad y condición, hablar de la contracultura en la actualidad le resultaría demasiado ajeno (incluso hablar de "contracultura" en el presente, en que el referente de lo "cultural" se ha diluido, podría resultar infructuoso para cualquiera que trate de reflexionar sobre el asunto, y no se diga para el que quiera sentirse "contracultural"). Fue entonces cuando recordé cómo el contenido del libro va desde los beatnicks hasta los rastas, darks, punks, etc. de los noventa, pero el autor pone mayor atención a los "jipitecas" setenteros, de esos que andaban bailando medio encuerados y totalmente mariguanos en Avandaro.

Por supuesto, si es su época, su experiencia, su pasado...

No pude evitar pensar en mi época, y recordar lo crucial que fue para mi el haber vivido tiempos de gran agitación política juvenil. Durante mi adolescencia estuve en un lugar y en en un momento que configuraron mi existencia. Recuerdo cómo la inquietud de la "rebeldía" se encendió en mi desde que iba en la secu, y me esforzaba por hacer justo lo contrario de lo que las figuras de autoridad de entonces esperaba que hiciera, aunque eso significara simplemente hacer estupideces. Ya en la prepa, me encontré en un lugar propicio para que se desatara ese "espíritu", porque entré a la UNAM a unos cuantos meses de terminada la huelga del 99. Yo no viví la huelga más que de oídas, pero al encontrarme en medio de un ambiente en el que se hablaban de cosas como la gratuidad en la educación, la globalización, la injusticia social, la opresión capitalista etc. etc., no pude evitar sentir una gran atracción por conocer de qué diablos se trataba todo eso.

La huelga terminó el 6 de Febrero de 1999, y yo entré a la prepa en octubre de ese mismo año. En la sociedad se expresaba un hartazgo exacerbado hacia el partido que había estado en el poder durante unos setenta años (contando los años de penerrismo, perremismo y priísmo). En el año 2000, ese partido perdió las elecciones federales por primera vez, porque mucha gente se había convencido de que quería que las cosas cambiaran, y aunque es muy probable que no supieran exactamente qué cambio querían, votaron en contra del PRI (y no a favor del PAN, que ganó las elecciones).

Sin duda se trató de una época de efervescencia política, que muchos jóvenes de la Ciudad de México experimentamos bajo la sombra de los resabios de la huelga. Yo recuerdo bien aquéllos conciertos masivos en Ciudad Universitaria, en los que miles y miles de jóvenes escuchábamos ska, reggae, y en general "rock" pagando no más de treinta pesos.
Ibamos autodenominándonos "globalifóbicos", reivindicando la lucha neozapatista o recordando la huelga (en la que muchos ni estuvimos); pero lo más importante era el desmadre. Ahora a unos cuantos días de cumplidos 10 años de terminada la huelga, no puedo dejar de mostrar una ligera sonrisa por esos años de goce irresponsable e irreflexivo, y no puedo tampoco dejar de pensar en lo que ahora viven los chavos de 15 a 17 años. Sin duda estoy envejeciendo rápido, porque como ente ajeno a su experiencia, debo decir que no los entiendo, y no puedo dejar de pensar que mis tiempos fueron mejores.

martes, 17 de febrero de 2009

Resplandor teotihuacano

Siempre he creído que el culto a los objetos, llámense santos o bolsas de diseñador, tiene que ver con la facilidad con que nuestro cerebro asimila lo que puede explorar con los sentidos. Me explico: el culto a un santo de cerámica, al que se le puede pedir algo con acariciarlo, besarlo o ponerlo de cabeza, no lleva tras de sí un conocimiento teológico complejo, sino que se reduce a algo que se puede ver, tocar, oler, etc. Entonces no está presente aquí un pensamiento abstracto, como el que implicaría tener hacia eso que llaman Dios como ese ente omnipotente y omnipresente, y más bien se le rinde culto a un "ídolo" (como dirían los evangelizadores españoles del siglo XVI).
En el caso de la bolsa de diseñador ocurre algo similar. Existe algo abstracto que se llama "status" e incluso "moda". No se puede definir fácilmente lo que eso significa, porque se trata de muchas cosas a la vez que cambian constantemente, englobadas en eso que supuestamente es lo "mejor", que te hace sentir en cierta forma "superior" que los que no comparten tu "nivel de vida". La bolsa de diseñador funciona como una síntesis de esa cosa abstracta que "todos quieren". Te hace ver bien ante los demás, porque precisamente es algo que se exterioriza, que se ve y se toca, y no hay quien pueda decir que tu "status" no está ahí, frente a sus ojos.
Las cosas tangibles, entonces, llevan a la exteriorización de cosas abstractas y hasta simbólicas que están contenidas en esos objetos.
No sé si todos los objetos que manejamos en nuestras vidas tienen un contenido simbólico, pero creo que si escarbamos un poco y tratamos de ir más allá de lo que nos dicen los sentidos, podemos vislumbrar algo más...
Todo esto lo escribo porque estaba viendo unos videos sobre las excavaciones en Teotihuacan para poner luces y sonido. En ninguna medida soy prehispanista o indigenista, pero sí creo que los restos materiales que conservamos, constituyen una forma tangible de pensar en nuestro pasado, un vestigio innegable de que hubo otros hombres y mujeres antes de nosotros, y que es por lo que hiceron o dejaron de hacer que estamos donde estamos.
El daño que se está haciendo a esas piedras, significa un ataque a los objetos que pueden hacer brotar en nosotros un dejo pequeñito de conciencia sobre el paso del tiempo, y las afectaciones no son sólo a la materia, sino a la memoria histórica. Lo que está detrás del desinterés por cuidar el patrimonio, es el desdén hacia todo aquéllo que haga pensar, aunque sea un poco a las personas. Cada hoyo en esas piedras simboliza un ataque a la cultura.
Como ciudadana, muestro mi indignación por este medio hacia el "resplandor teotihuacano"

sábado, 14 de febrero de 2009

Sobre "Waking Life"

Tuve un sueño loco, del que acabo de despertar.

Sé de dónde surgió el contenido de mi sueño: recientemente vi "Waking Life", película realizada en 2001 en la que se plantea el irrresoluble problema de la imposibilidad de hacer consciente nuestra propia consciencia. No me siento totalmente capacitada para escribir problemas filosóficos, y seguramente para escribir sobre la película debería hacerlo, ya que la trama se desenvuelve a través de un sinfin de soliloquos en los que distintos personajes se preguntan sobre cuestiones filosóficas, como hacia dónde se dirigen los saberes de la humanidad, si la idea de evolución biológica y la superioridad del hombre con respecto a los demás seres vivientes es aún vigente, el problema de la responsabilidad en el existencialismo sartreano, etc.etc.

El personaje central de la película es un muchacho, y podemos escuchar todas las rebuscadas peroratas porqué van dirigidas hacia él. La cuestión de la película, es que él no sabe si está dormido o despierto, y está tratando de encontrar las claves para saberlo. De ahí las reflexiones filosóficas.

Se trata de una película en la que se crea esa sensación de confusión, a la manera de "Existenz" o "Videodromo" de Cronenberg, o incluso de "Matrix". Hablo de esa confusión en la que dejamos de saber si realmente existimos como creemos que existimos, o si somos sólo una parte de un gran sistema en la que la voluntad propia está controlada por algo superior. En "Walking Life" la confusión radicaría en saber si estamos o no en la realidad que creemos, o si estamos soñando, a la manera del muchacho de la película, quien no está capacitado para saberlo y busca en la interación con distintos personajes la respuesta. Uno de ellos le dice que una forma práctica de saberlo es encender un apagador, si éste no funciona es probable que esté soñando.

El tiempo y el espacio dejan de responder a su curso "natural", y una gama infinita de posibilidades se abre, porque los límites que nos impone la cuadrada realidad se diluyen para dar paso a una situación en la que se puede tener el contro total de lo que pasa.

En mi sueño de anoche quise apagar la luz, y no funcionó el apagador, y aún así no supe si estaba soñando o no, pero sí sabía que podía actuar de la manera más irracional y loca posible, y así lo hice. Hubo mucha confusión, la misma que podría sentir en cualquier momento de mi vida si pienso mucho en el asunto. Tal vez sólo debería salir volando por mi ventana.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Café

Odio los días de frío, abrir mis ojos por la mañana y darme cuenta de que mi espalda está destapada. No sé porqué mis pies siempre están a cero grados, no sé porqué me duelen de noche si entro a mi casa tarde. La sensación de entumecimiento está en mis manos, y escribir se vuelve difícil; mis dedos no responden, se contraen y adquieren voluntad propia.
Sin embargo, adoro el café. Ese olor exquisito que me despierta con solo olerlo. Tal vez debería dejar de pensar en el frío y en el dolor, y pensar en la taza de café que me espera deliciosa en este frío día.
Oh, si!
Seguramente hoy tomaré el café más delicioso de mi vida.

lunes, 2 de febrero de 2009

Día de incertidumbre

Hoy la confusión arremetió en contra mía.
El descanso oficial fue la mejor manera que ideó nuestro gobierno para que a los mexicanos no se nos olvidaran ciertas cosas, como la Independencia, la revolución (que ha perdido su buena fama, y por eso no se oye hablar mucho de ella) y por supuesto la celebración de la Constitución de 1917, y por eso me levanté de mi cama muy contenta pensando que hoy el calendario oficial nos premia con uno de esos días de conmemoración histórica.
Tenía la convicción de disfrutar al máximo este día, y mi plan era el de salir de mi casa, abordar el metro Consti y dirigirme a la heroica línea verde para pasear por metro Guerrero, Juárez, Niños Héroes, Zapata y División del Norte, y pensar un poco en el significado de un día como hoy, en el que se celebra la Constitución de 1917. Sin embargo, me sorprendí al ver que estaba rodeada de gente que traía en sus brazos cerámicas con forma de niño Dios, vestidas con todos los disfraces imaginables: San Juditas, Sagrado Corazón, apache, bebé con sonaja, spiderman, niño de la virtud, la esperanza, y luchador. Fue hasta entonces que recordé que no era hoy 5 de Febrero, sino 2 de Febrero, día de la Candelaria.
No sé qué es una Candelaria, y tengo una vaga idea de qué es una Constitución, pero lo que si sé es que teóricamente son cosas separadas e irreconciliables. Sin embargo hoy se amalgamaron en una simbiosis extraña y desigual, porque la ganona era precisamente la celebración religiosa ¿a caso alguien se acuerda de la Constitución?
Mi itinerario debía cambiar, porque eso de andar disfrutando de mi descanso oficial conmemorativo de la Constitución un 2 de febrero, seguramente haría que Juárez se revolcara en su tumba, y no iba a visitar su estación de metro para ver como todos los niños Dios tomaban vida cual Chuckys, e hipnotizaban a sus dueños obligándolos a destruir el inmueble. Fue así que debía decidir qué rumbo tomar, y la cosa no fue difícil porque tenía muchas opciones: San Juan de Letrán, Santa Anita, Basílica, Isabel la Católica, San Antonio Abad o La Purísima. La primera que descarté fue La Purísima, porque pensé que seguramente ni me dejarían entrar así que debía decidir entre las demás.
Comencé a ponerme nerviosa cuando apareció a mi lado un niño enorme que me recordó al Nenuco que en mi infancia me ponía los pelos de punta, por lo que mis ganas de pasear se esfumaron. Entonces preferí comprarme una torta de tamal para no desentonar con las tradiciones de hoy, y no pasear para no exponerme a presenciar el derrumbe del laicismo.
Creo que sólo me queda esperar que el Jueves alguien recuerde que en algún lugar escondido de este país, hay un librito empolvado que de vez en cuando alguien hojea para "partirle el queso" a alguien, con los "recovecos de la Ley".